#ElLenguajeDelColor: El color blanco

El blanco es mucho más que un color neutro: simboliza luz, espacio y pureza, pero también transgresión y modernidad. Desde la cal mediterránea hasta el minimalismo contemporáneo, su historia en la arquitectura y el diseño es tan profunda como su aparente sencillez. En esta entrega de #ElLenguajeDelColor, la diseñadora de color Judith van Vliet desvela sus matices.

Como diseñadora de color, a menudo me siento en conflicto conmigo misma cuando hablo del color blanco, ya que mi objetivo es aportar color a la vida y los negocios de las personas. Sin embargo, el color blanco no se puede ignorar en nuestro mundo moderno y, una vez que aprendes más sobre su complejidad intrínseca, puede que te atraiga. En mi trabajo también puedo decir que, entre todos los colores, elegir un neutro o incluso un blanco es la tarea más difícil, ya que el blanco no siempre es lo que parece. Tiene profundidad como cualquier otro color.

Desde una perspectiva científica, el blanco no es un color sino la suma de todos los colores de la luz visible. En pintura, sin embargo, el blanco es esencial para mezclar tonos. Es el color más antiguo del que se tiene constancia, ya que durante el Paleolítico se utilizaban la calcita y la tiza para trazar líneas nítidas y limpias y así el color blanco ha sido una de las tonalidades más influyentes en la historia de la humanidad. Su vínculo con la luz le confiere una profunda conexión con la psique humana y lo divino, lo que inherentemente puede inspirar asombro pero también provocar miedo. En la actualidad, el blanco es un color fundamental en el diseño de interiores y la arquitectura, utilizado para crear espacios luminosos, amplios y sofisticados.

El Heydar Aliyev Center de Zaha Hadid en la capital de Azerbaiyán, Bakú.

La historia del color blanco

El blanco ha tenido un papel prominente en diversas civilizaciones. En el antiguo Egipto, era asociado con la pureza y la santidad. Los sacerdotes vestían de blanco para simbolizar su conexión con los dioses. En la cultura griega y romana, el blanco estaba vinculado a la nobleza y la virtud; las togas blancas eran un distintivo de la ciudadanía y el poder.

Ya desde el principio de los tiempos, el color está relacionado con el poder y la riqueza, ya que en el siglo XVI el lino y el encaje blancos sólo estaban al alcance de los ricos y, aún hoy, un sofá blanco representa el lujo para quienes pueden permitirse ese color en sus hogares.

Su historia corre paralela, también, a la del arte. En los años veinte se desarrolló una pintura más blanca que el blanco con base de óxido de titanio, y así nació oficialmente el Modernismo, con el que el blanco se convirtió en un emblema de minimalismo y simplicidad. En arquitectura, el Modernismo y el Funcionalismo destacaron el uso de superficies blancas para enfatizar la pureza de la forma y la ausencia de adornos innecesarios. Le Corbusier – con su célebre frase, “la arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz”– y Mies van der Rohe promovieron el blanco como base de sus diseños arquitectónicos, destacando su capacidad para reflejar la luz y crear espacios visualmente amplios.

El blanco clásico y contemporáneo

El uso del blanco en la arquitectura ha sido una constante a lo largo de la historia, desempeñando un papel esencial tanto en la estética como en la funcionalidad de los edificios. En la arquitectura clásica, el mármol blanco fue un material predominante en templos y edificios públicos, como el Partenón de Atenas y diversas estructuras romanas. Su elección no solo respondía a su durabilidad, sino también a su asociación con la divinidad y la perfección estética.

En la arquitectura contemporánea, el blanco sigue siendo un elemento clave en viviendas minimalistas, museos y espacios culturales. Ejemplos icónicos incluyen el Museo Guggenheim de Nueva York, diseñado por Frank Lloyd Wright y el edificio Oculus por Santiago Calatrava, donde el blanco refuerza la simplicidad y la elegancia de sus estructuras.

Reflejos en interiores y arquitectura

En interiores, el blanco es ideal para maximizar la luminosidad, especialmente en habitaciones pequeñas o con poca luz natural, donde contribuye a crear una sensación de amplitud y claridad. Además, su aplicación en espacios de estilo “total white” aporta modernidad y sofisticación, característica del diseño escandinavo, que lo combina con materiales naturales como la madera para equilibrar calidez y minimalismo. Atención, porque el blanco puede transmitir calma, pero en exceso puede dar una sensación de vacío o frialdad. Ambientes completamente blancos pueden parecer impersonales o estériles si no se combinan con otros elementos que aporten calidez. Por eso el blanco se considera un color neutro que puede equilibrar la presencia de tonos más vibrantes. Es un fondo ideal para destacar emociones intensas por contraste, permite que resalten muebles, obras de arte o elementos arquitectónicos sin sobrecargar el ambiente.

Oculus Building de Santiago Calatrava en Nueva York.

El blanco como solución al calentamiento global

Más allá de su valor estético, el blanco tiene ventajas prácticas en la arquitectura. Su capacidad de reflejar la luz solar lo convierte en un color ideal para climas cálidos, reduciendo la absorción de calor y mejorando la eficiencia energética de los edificios. Tal vez sea un color con un poder mayor del que reconocemos.

Published in MANERA magazine in March 2025

https://maneramagazine.es/diseno/color-blanco-historia-arquitectura-interiorismo/

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